Recuerdo una anécdota muy curiosa que me sucedió en Jerusalén. Aquí te los cuento:
Subíamos en el ascensor fray Jim y yo.
Entonces, Jim me preguntó:
— ¿De dónde eres?
Yo contesté:
— De Bolivia.
A su vez, le repliqué:
— ¿Y tú?
Me contestó aquel:
— De Estados Unidos
El norteamericano siguió preguntándome:
— ¿Hace cuánto eres comisario de Tierra Santa?
Yo le dije:
— Hace un mes atrás.
El otro sentenció diciéndome:
— ¡Esta es la última oportunidad que Dios te ha dado para que te conviertas!
Nunca antes me lo había pensado en que alguien, como el hermano Jim, me iba a decir una cosa así. De todos modos, me lo pensé seriamente en aquella indicación.
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